Así me sentí la primera vez que estuve con otra mujer que no fuera mi esposa...como Adán y Eva después de morder la manzana.
El remordimiento y la culpa son sensaciones que nos inculcan y nos apabullan en determinadas situaciones...
No fue en ese momento que comprendí que era lo que me hacía sentir así...más tarde sí, cuando hube probado por tercera vez el fruto prohibido...pero esa historia se las cuento después...
La verdad es que no pude más con la soledad de mi matrimonio y decidí salir de esa relación que me estaba ahogando. Salí por la puerta equivocada podríamos decir, si tenemos en cuenta que salir de una relación así para caer en otra relación es un paso equivocado.
Pude lograr que esa mujer que me excitaba fuera mía...esa mujer que parecía difícil de conseguir me atendiera...esa mujer joven de cuerpo estilizado y mirada simpática, me perteneció...fugazmente...o tal vez un poco más.
Primero jugamos a los amantes clandestinos, luego fuimos solo el uno para el otro y finalmente de nadie. La pasión se fue como se va una ténue neblina de verano.
Y otra vez solo...otra vez conmigo mismo...y lleno de culpa.
